Como parte de mi actividad de Coaching, cuento con un compañero insuperable.
Él es Athos, mi caballo.
Athos es un caballo Pura Raza Árabe de 16 años que lleva conmigo desde hace casi 9 años. Es de capa alazana, o lo que es lo mismo, su color es marrón claro, tanto en su cuerpo como en sus crines (cola y pelo de la cabeza).
Es calzado, es decir, al final de sus patas tiene calcetines blancos. Y tiene un cordón corrido en la cara, es decir, un cordón blanco que le nace en la frente y le baja hasta el morrito.
Los caballos de raza árabe suelen ser algo más pequeños y finos que otras razas, aunque «Athosetes» es en general algo más rechoncho, de huesos fuertes; pero no es muy grande. Se caracterizan por ser compactos, tener ojos más grandes y expresivos, ollares abiertos (agujeros de la nariz) y levantar la cola cuando corren.
Entre todas las razas de caballos tienen fama de ser caballos indómitos, difíciles de domar, debido a su gran inteligencia. Y es cierto que, por lo que yo he conocido a Athos, no le gusta nada los “porque lo digo yo”….
¡Mira, como a su dueña!
Si le explicas las cosas con paciencia y empatía, aprende extraordinariamente rápido. No en vano, durante todos estos años han sido muchas las exhibiciones de doma natural que hemos hecho juntos, en las que Athos deleitaba al público con pequeños trucos, galopes exuberantes y “chafardeando” de lo guapo que es.
Es un caballo al que puedo montar “sin nada”; sin un hierro en la boca que lo frene, por ejemplo. Él sabe, y entiende, tanto con mi voz como con mi cuerpo, cuando le pido correr más o parar.
¡Pero cuidado! Que sepa lo que le digo no quiere decir que siempre quiera hacerme caso. Y es que, en el campo, el fuego que lleva dentro se aviva y hay en ocasiones en las que me ha dado algún susto yendo encima.
No en balde, Athos es hijo de campeones de las llamadas “carreras de resistencia” (Raid), en las que se hacen “carreras de largas distancias”, como 60, 90, 100 kilómetros. Los caballos árabes son famosos por su resistencia y son los caballos más populares en esta disciplina llamada Raid. De hecho, Athos, hace algunos años debutó en algunas de estas carreras, quedando primero por goleada.
Sí, le gusta correr, haciendo honor a su sangre y a su capa, pues dicen que los caballos “alazanes”, como el fuego, tienden a ser más “calientes”.
La raza árabe de caballos es una de las más antiguas de caballos domésticos, de hecho, muchas de otras razas que se han creado a posteriori, como el Pura Sangre Inglés que se utiliza para correr en los hipódromos de medio mundo, desciende del cruce de distintas razas con el caballo árabe.
Su origen está en medio oriente, península arábica, y según el Islam, Alá creó al caballo árabe con el viento del desierto como regalo a Mahoma.
En el Islam, esta raza de caballo es adorada y apreciada. Está prohibido utilizarlos para tirar de carros o tareas de campo, estando sólo permitida su monta para la guerra o el viaje. Además, los jefes tribales cuando viajaban en el desierto siempre procuraban tener una haima para alojar a sus caballos, y si hacía mucho frío, mandaban a su harem de mujeres a dormir a la Haima para dar calor a los caballos.
Leyendas a parte, Athos es un coach excelente para esto del coaching con caballos, o las actividades de facilitación de aprendizajes con caballos.
Es sensible y atento, y a la par un poco independiente, pero sabe mirar dentro del corazón de las personas. Tan dentro tan dentro tan dentro, que a veces saca cosas de ellas al exterior en nuestras sesiones que ni ellas mismas sabían que existían: emociones, creencias, valores, capacidades…..
Le gustan mucho los niños y las personas altamente sensibles; será porque su corazón se ve mucho más cristalino. Pero también disfruta de las personas complicadas, que dan muchas vueltas a las cosas o quieren saberlo todo, como los superdotados o las altas capacidades.
Según tu lenguaje no verbal, tu olor, tu energía, llámalo como quieras, Athos colaborará contigo o te lo pondrá muy muy difícil, pero siempre con el objetivo de hacerte saber que hay algo en ti a lo que tienes que prestar atención.
Los caballos son como los traductores de nuestro yo interior, de su lenguaje no verbal, sus emociones y sus pensamientos ocultos.
Athos huele a romero y a tomillo. Y a mí, me ha enseñado durante todos estos años, y me recuerda a menudo, que los humanos pensamos demasiado, y que las cosas no son tan importantes como nos suelen parecer de primeras.
Si alguna vez quieres probar esta experiencia de aprender más sobre ti mismo con caballos, Athos y yo estaremos encantados de recibirte.